miércoles, mayo 18

!El Maestro Teuctli!

Con el permiso del anciano Teuctli, nos permitimos abrir este pequeño espacio para compartir parte del conocimiento que hemos recibido a través del temazcalli y del aprendizaje de la lengua Nahuatl.

LA IMPORTANCIA DE DAR

"No es lo que sabemos lo que vale, sino lo que hagamos con lo que sabemos.
Ni es lo que tenemos lo que vale, sino para lo que se utilice lo que tenemos.
Demos nuestro conocimiento a los demás y aportaremos para una mejor humanidad, porque sólo amando sabremos lo que es amor y sólo dando sabremos que es servirnos unos a otros."
Teuctli
Una pequeña enseñanza.
En una ocasión una persona se le acerco al maestro Teuctli preguntándole que en donde estaba el maestro, y el le dijo que aún no llegaba, que lo estaba esperando también, al lugar siguió llegando gente,que ya conocían a Teuctli y lo saludaban diciéndole -¡buenos días maestro!-, al ver esto la persona que llego primero se levantó bruscamente y le reclamó a Teuctli diciendole -¡ Cómo que esta esperando al maestro, si el maestro es usted!, - y el le dijo, - ¡Estabas buscando un maestro, pero en realidad solo soy un guía, un "Tlayecanqui", un puente que se tiende para que la gente pase y vea hacia donde es el camino, yo también esperaba un maestro y ese maestro eres tú, y te doy las gracias porque me has enseñado el como no debo comportarme cuando vaya en busca de un maestro!...
Huitzcalco
Sus Primeros Guias.
En una fresca mañana, de primavera, cuando apenas contaba quizá con 10 años de edad, mi madre, de nombre Agustina Baranda, se dio cuenta que Inocente ya había abandonado su cama y se preparaba para ir a la escuela aunque, en ese momento, le sobraba tiempo. Mi madre me llamó y acudí de inmediato a su llamada. La saludé besándole la mano, costumbre de los nativos, y mi madre me ordenó a que fuera a comprar dos litros de leche, a la casa del señor Pedro Salcedo Baranda, primo hermano de mi madre.
Me entrego una jarra de cristal decorada con flores y al mismo tiempo, me entregaba una moneda de 50 centavos, en aquel tiempo, el litro costaba 20 centavos.
De la casa del señor Pedro Salcedo a donde nosotros vivíamos, había como un kilómetro de distancia, pero como a medio kilómetro vivía una señora de nombre Sebastiana, una famosa sanadora y conocedora de las plantas medicinales.
Justo cuando iba pasando junto a su casa, una casa humilde de madera y techado con chacate, escuché la voz de un señor llamado Antonio Revilla. Ellos estaban conversando y, al oírlos me quedé por un instante allí de pie, escuchando esa conversación entre ambos, que me pareció muy interesante, olvidandome del mandado, porque con cada palabra que mencionaban me transmitían como esencia de las flores.
Escuchaba la voz de los dos sanadores y me parecía estar recibiendo un regalo inolvidable. Era como si alguien te ofreciera una prenda calientita en tiempo de frío.
Llegué tarde a mi casa con los dos litros de leche, por lo que mi madre me reprendió muy duro, justo castigo y ella me dio un jalón de orejas, ya que era tarde como para ir a la escuela.
En aquella mañana había encontrado a dos maestros. Aunque debo decirles que mis dos primeros maestros fueron mis padres, después los que acabo de mencionar.
Así aprendí, de estos dos maestros, de la sanación tribal. Aprendí que la naturaleza lo es todo, su enseñanza no tiene límite, es inalcanzable y a la vez alcanzable. Alcanzable cuando accionamos despiertos, llenos de luz; inalcanzable cuando permanecemos en estado de coma, vacíos, en la oscuridad.
fragmento del libro "la Naturaleza. Aula abierta" editado en abril 2001 (Murcia-España) recopilación de platicas con Inocente Morales Baranda teuctli.
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Poema en Lengua Nahuatl con traduccion al español
Tlaneltoquiliznantli

Nonantzin:
nemitzmo tlazohcamachililia ce momoztla
in ahic tinechmo cahcahuilia. Quen axcan ihpanin cahuitl ahmotinechmo ixcahuilia,
tehuatzin tinechmotlazohtilia.

Tehuantzin ahmo notlac timocualanitia,
motlactzinco zan yectli ihuan tlazocauh. Nicnequizquiani nimitzmo tlacuililiz centecitlalli,
ihuan ahic nic mapixtaz.

Cachi cualli nehuatl nipetlaniz,
ihuan nemitzmo cualnextiliz notlazohnantzin,
tehuatzin noyolotzin ihuan nocitlaltzin.

Teuctli
Obediencia a una Madre


Madre mía:
diariamente le doy a usted las gracias,
porque usted jamás me ha abandonado,
como hasta hoy,
de su vista no me ha perdido.

Usted me quiere mucho.
En usted, no en balde,
no hay enojo que no sea para mi bien.
En usted hay rectitud de amor.
Yo quisiera regalarle una estrella,
pero nunca la tendré en mis manos.
Es mejor que yo brille acatando sus consejos,
para honrarle siempre a usted,madre mía.
Porque usted es mi corazón y mi estrella.

Teuctli